Cuando aumentan tus ingresos, parece lógico pensar que todo mejora. Pero si tus hábitos no cambian, solo cambia el tamaño del problema.

La mayoría de personas, cuando ganan más, también gastan más.
Cambian de coche, de casa o de restaurantes. Y lo justifican con frases como “me lo merezco” o “total, puedo permitírmelo”.
Eso tiene un nombre: inflación de estilo de vida.
Consiste en subir el nivel de gasto cada vez que suben tus ingresos, lo que te impide acumular capital y, en el fondo, te deja exactamente igual que antes, solo que con una vida más cara.

Aumentar tus ingresos no debería ser una excusa para gastar más, sino una oportunidad para ahorrar e invertir más.
Puedes permitirte mejorar algunos aspectos —quizá comer mejor, viajar más cómodo o darte algún capricho—, pero la clave está en mantener tu nivel de vida muy por debajo de tus nuevos ingresos.

La libertad no llega cuando ganas más dinero, sino cuando mantienes tus gastos estables mientras tus ingresos crecen.
Ahí es cuando empiezas a construir verdadera riqueza.